Es una iniciativa del Centro Cultural Estación en conjunto con el equipo del sitio web elpimiento.org, la cual fue financiada a través del 7% FNDR 2022 del Gobierno Regional de Valparaíso, en su línea de cultura.
Este libro se hizo a partir de entrevistas a distintos habitantes de las zonas rurales de Llay-Llay, quienes relataron parte de sus vivencias y su particular conexión con el entorno que los vio crecer. Ese mundo que, si bien tiene su propia dinámica y problemáticas, no estuvo ajeno al devenir político y a las transformaciones sociales del siglo XX.
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ÚLTIMOS ARTÍCULOS
EL ARCHIVO ENCONTRADO
Texto: Pía Argagnon Ocampo y Rodrigo Salinas Muñoz
Fotografías: Raquel Santos Ascarza
El material recopilado provenía de distintas familias, organizaciones sociales y algunos registros de actos oficiales, entre las que se encontraba una serie de imágenes de una concurrida ceremonia en la entrada de la estación de trenes y un desfile cívico en torno a la plaza Manuel Rodríguez. Lamentablemente, en ese momento no contábamos con información en torno al motivo del acto ni su fecha, ni tampoco sabíamos quien había tomado esas fotografías, razón por la cual decidimos no publicarlas en el sitio.
REFORMAS EN CHILE. TRAS LA BÚSQUEDA DE NUEVOS ROSTROS
Texto: Malte Seitwerth
Fotografías: Rodrigo Salinas Muñoz
En Llay-Llay, una pequeña ciudad a unos cien kilómetros al norte de Santiago, un grupo de activistas se reúne un sábado por la mañana para pintar consignas en los muros. «Apruebo» se deslumbra con grandes letras. Al lugar llega también el político veterano de la localidad, Miguel Cisternas. La relación de Miguel Cisternas con la política se remonta a su historia familiar, siendo su padre compañero de partido del Alcalde comunista Juan Cortés a principios de los años ´70. Miguel Cisterna luchó contra la dictadura militar de Augusto Pinochet y ha sido durante siete años miembro del Concejo Municipal de la comuna de Llay Llay.
PLEBISCITO EN LLAY-LLAY:
DE LA TENSA CALMA A LA EUFORIA
Texto: Pía Argagnon Ocampo
Fotografía: Rodrigo Salinas Muñoz.
Sin pegar un ojo, como si se tratase del primer día de clases en una escuela nueva, miles de chilenas/os no pudieron contener el nerviosismo frente a lo que se anhelaba fuera una jornada decisiva para transformar de raíz el Chile del presente. De madrugada se levantaron las personas designadas como vocales de mesa tanto dentro como fuera del país, mientras el resto de ciudadanos/as dejaron a mano carnet, lápiz, alcohol gel y la tenida de cancha para este decisivo partido. Incluso no faltó quienes despertaron en medio de la madrugada y abrieron grandes sus ojos al ver el recuento de votos de la lejana ciudad de Wellington, que desde el otro lado del océano anunciaba el alba con buenas nuevas.
¿POR QUÉ SOL Y LLUVIA SIGUE SONANDO?
Para escuchar la memoria. Tercera entrega
Texto: Raúl H Contreras Román
Fotografía: Rodrigo Salinas Muñoz.
Entre todos esos sonidos —unos venidos de lejos, de la memoria más profunda del pueblo consciente; otros, de pocos años antes del estruendoso estallido de octubre y, finalmente, otros tantos, muchos, impulsados por el flujo de creatividad desde el que nacieron nuevas canciones que se integraron rápidamente a la banda sonora del movimiento— lo que realmente me sorprendió fue la ubicua presencia de las canciones de Sol y Lluvia. Ahí estaban, esas que tod@s nos sabemos, las que podemos recitar o silbar como el más avezado estudiante de solfeo. Ahí estaban aquellas canciones que nos han hecho encontrarnos tantas veces, reconocernos y saltar como en un antiguo rito Masái. Saltar hasta que los pies marquen el ritmo y, el golpe de la cabeza en el cielo, el pulso colectivo e imaginario. Las canciones que nos hacen reconocernos en esa rítmica que al parecer viene en nuestro ADN chilensis, como otros ritmos han sido acuerpados en otros cuerpos, en otras latitudes.